miércoles, 3 de octubre de 2012

Caballo blanco





Galopando a orillas de la silenciosa playa, desafiando a los habitantes de esa pequeña ciudad a vislumbrar su desenfocada y escurridiza silueta, influyendo en los más profundos deseos y pesares de todos ellos, simbolizado como un mensajero de buenas nuevas y de terribles desgracias, como si de una leyenda incierta se tratase, el caballo blanco reaparece al alba, al ocaso. Adorado por unos, temido por otros, inconcebibles fortunas u oscuras maldiciones recaerán sobre aquel que consiga atisbar el elegante galopar del majestuoso caballo.
Al alba, anunciando el día, acompañando al sol con su inconfundible galope, el hermoso caballo, blanco como el marfil, traerá consigo, como si encima de él cabalgase, la diosa fortuna. Sólo aquellos agraciados que consigan discernir su brillante silueta del cegador rayo del sol, podrán regocijarse en su suerte, anunciar a plena voz que ellos, elegidos por los cielos, alcanzaron a contemplar al imponente corcel. Reflejados en él los rayos del coloso en llamas, levantando arena y agua en su persistente carrera, centelleando los mismos al contacto con la eterna luz de la propia estrella, se confería a sí mismo el aspecto propio de una divinidad.
Al ocaso, extinguiendo consigo los últimos vestigios de la claridad del sol al que sirve de aliado, retoma el camino, retorna hacia donde emprendió su temprano caminar, aún con su firme galope, sin mostrar debilidad. Como si de una sombra se tratase, se mimetiza con la oscuridad reinante, anunciando su marcha con su inconfundible relinchar. Pocos son los osados que, en un acto desesperado por obtener una fugaz visión del caballo, se atreven a desafiar los oscuros presagios, los malos augurios que supone semejante imprudencia.
Ángel misericordioso por el día, oscuro demonio por la noche. ¿De dónde procede? ¿Hacia qué incierto destino trota incansablemente? Interrogantes que se pierden en el aire como si de un susurro se tratase, voces que se pierden allá, en la lejanía del mar, donde quizás algún día, aguardando y siendo pacientes, obtengan respuesta. No perdáis las esperanzas, resignaros y fascinaros, pues está al caer la noche y, con ella, la fugaz silueta del corcel. Mas, si queréis un consejo, no seáis insensatos, no os expongáis a su temible oscuridad, no sacudáis vuestra vida con las desgracias que, con su visión, os traerá. Esperad, aguardad, pronto amanecerá y, el ángel del sol, en forma de caballo blanco, emergerá de la nada para llevar, a un maravillado bienaventurado, a su propio cielo en la Tierra.

Bueno, llevaba un año ya sin actualizar este blog. Ha sido un año dedicado a la lectura, y he disfrutado de títulos muy buenos en el transcurso del mismo. Ahora era mi turno dar un pedacito de mí mismo, y ahí el resultado. No me convence, por supuesto. Al igual que creo que ningún autor queda totalmente complacido con alguna obra propia. Habrá quien lo lea (realmente no creo que demasiada gente), y piense que es un delirio mío. Puede ser.
En serio, aparcando un poco el cachondeo, espero que alguien disfrute de este breve relato. Ya que, si os soy sincero, yo he disfrutado escribiéndolo.
Un saludo a todos.

2 comentarios:

  1. Tú has disfrutado escribiéndolo y yo, leyéndolo. Si has sido capaz de escribir esto, he de decirte que es un maldito delito que hubieras abandonado un año el blog. Queda dicho: quiero leer más maravillas de estas.

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  2. Primo, que me sacas los colores.
    Muchas gracias, a ver si esta tarde o el jueves pongo algo nuevo :)

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