sábado, 25 de junio de 2011

Sensaciones gélidas



Atmósfera fría, un gélido ambiente que hace dolorosa cada inspiración, que hiela cada rincón del cuerpo y hace resentirse hasta a mi propia alma. 
Respiración pausada. Cuerpo cálido, conservado, enlatado, sepultado entre los distintos pliegues de falsas pieles que aislaban el helor reinante y que otorgaban el privilegio de hacerme sentir con vida.
La calma, la paz, el ambiente imperturbable imperante durante ese noble acto de inocencia que nos acompaña desde el primer día, que nos evade por unos instantes de la caótica realidad, se vio perturbado. Turbulencias, sensaciones conocidas por todos. Es como un pequeño ser que desea salir al exterior, conocer lo que hay fuera de esas paredes, ansía la libertad, haciendo insufrible cada segundo previo a la liberación de esa esclavitud a la que se ve forzado.
Aturdido, tambaleante, confuso, desorientado, palpando cada centímetro recorrido en esa plena oscuridad. Una oscuridad donde, sin la protección del aislante, el frío se apoderaba de mí y me calaba hasta los huesos. No importaba, tenía que continuar. Alcancé mi destino, la luz que iluminó todo el espacio y con la que me vi obsequiado, me cegó temporalmente. Tuve que cerrar los ojos, había oscuridad dentro de la propia luz. No pude reprimir dirigir mis pensamientos hacia la famosa figura del yin y el yang. Ante lo que se aproximaba, no tuve opciones, aunque dejar mi cuerpo al desnudo jamás fue algo de mi agrado. El ambiente gélido se apoderó aun más de mí, tenía que acabar de una vez con lo que me arrancó de mi cálida cúpula. No me quedaba alternativa, el siguiente paso era crucial para llevar a cabo lo que había ido a hacer, no podía retroceder. Me senté, fue como si se congelara el corazón, una sensación con la cual, empiezas a creer que realmente hay alma en nosotros, pero sientes el irremediable impulso de pensar que la tuya acaba de fosilizarse. Esa punzada de helor me recorrió el cuerpo entero, si bien era algo muy común en aquella estación cada año que pasaba, no dejaba de ser una prueba de fuego (irónico, ¿verdad?). Sudor frío, gemidos, un corazón que, pese al frío, latía como nunca antes, mostrando que aun seguía vivo y con fuerzas para seguir bombeando. Aun cuando yo esperaba una punzada de dolor, una última piedra en el camino, me vi sorprendido ante la naturalidad y la sencillez con la que pude liberar de sus cadenas a ese ser prisionero. Al fin conoció la libertad, una gran noticia para ambos. El ambiente se impregnó con un desagradable aroma a cloaca. Se lanzó sin demora hacia un gran estanque, donde la turbulencias de las aguas, acompañados del frenesí de una cascada que apareció de la nada, hicieron que ese antiguo esclavo, que ese prisionero sin opciones, se perdiera a lo lejos, con la certeza de que nunca más nos volveríamos a encontrar. Al menos, no a él. Me sentía vacío, pero feliz, liberado, satisfecho. Mi sensación de victoria y los pensamientos en los que me vi sumergidos, fueron interrumpidos. Debía volver a mi sepultura de falsas pieles, el frío me hacía tiritar, debido a la felicidad en la que me vi sumergido tras esa liberación, no fui consciente de cómo el ambiente se enfrió y se convertía en algo propio de los países nórdicos. 
De nuevo, a tientas, palpando cada centímetro. De nuevo, sumergido en la oscuridad. Esta vez, más liberado, más ágil, menos pesado, motivado por el frío que reinaba, encontré mi santuario raudamente y me sumergí de nuevo entre esos benditos pliegues, tiritando. El frío se fue aislando poco a poco, de nuevo una sensación cálida se apoderaba de mí. Me sentía bien, pese al clima y la atmósfera que dificultaban cada movimiento fuera de ahí. Había cumplido con lo que debía hacer, me sentía plenamente satisfecho. La sensación de que todo iba bien se apoderó de mí, me alejó de toda preocupación y me permitieron dejar mi mente en blanco, transportándola donde nadie distingue la realidad y lo verdaderamente real.


Damas y caballeros, en términos generales y siendo bastante breves, los acabo de deleitar con la lectura de esas sensaciones de frío, libertad, etc, que sientes cuando, una noche de invierno cualquiera, tienes la necesidad de hacer de vientre. Si mientras leían el texto (que era obvio que trataba sobre eso) no se dieron cuenta, ahora léanlo de nuevo. Patético, ¿cierto? Jajaja, bueno, me apetecía escribir algo ya que tenía el blog abandonado, tampoco esperaba escribir un best seller.
Recuerdo que, ayer por la noche, mi chica me preguntó: ''¿Quiénes son tus musas?''
Ella no tenía ni idea de qué trataba mi texto, mi respuesta la descolocó un poco: ''¿Mis musas? La mierda''
Espero que ahora comprenda el por qué de esa respuesta.
Nos vemos pronto, ya escribiré alguna que otra paranoia mía;
un saludo.

4 comentarios:

  1. franxu soy De ... juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajajaja xD
    en serio que oparanoias más extrañas tienes :P pero mola :)

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  2. Que forma tan sutil de describir una cagada ^^

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  3. franxu juro que intente leerlo pero no pude pasar de la quinta linea!

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  4. Jajaja, bueno, al menos lo intentaste.
    PD: Quién eres?

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